«Finge que eres mi mujer delante de todos», ordenó el millonario a la joven. Lucía Mendoza nunca imaginó que aceptar un trabajo de camarera en un hotel de cinco estrellas en Madrid cambiaría su vida para siempre. A sus 24 años, había dejado su natal Toledo apenas seis meses atrás, con una maleta y el sueño de estudiar empresariales.
El sueldo en el Hotel Ritz apenas le alcanzaba para pagar el alquiler de su pequeño piso en el barrio de Chamberí, pero era un trabajo honrado que le daba esperanzas. Aquella mañana de marzo, el aire olía a azahar y el cielo despejado anunciaba un día tranquilo. Lucía doblaba las toallas en el carrito cuando escuchó pasos apresurados en el pasillo de la pUn hombre alto, vestido con un traje oscuro impecable, se detuvo frente a ella y dijo con voz grave: “Señorita, necesito que me ayude con algo muy importante”.