Una mañana tranquila, un anciano y su termo de café, sin saber que la lealtad de toda una vida llegaría corriendo por el césped, no como un final, sino como un comienzo.
La luz no fue un estallido repentino, sino un derrame lento, un oro líquido que se derramó sobre los perfiles oscuros de los olmos al borde oriental del Parque del Robledal. Era ese tipo de mañana que sentías antigua y nueva a la vez, el aire fresco y limpio rozando la piel, cargado del leve … Read more